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Carmen Domingo

Si Ratzinger carece de memoria propia cómo va a valorar la memoria histórica

Los 498 españoles beatificados ayer en Roma "no han sido propuestos al pueblo de Dios por su implicación política", ha afirmado hoy el secretario de Estado vaticano, Tarcisio Bertone, interpretando las palabras del Papa e, imagino, sus sentimientos. Así dicho y como declaración de principios no está nada mal, es más, da incluso para pensar que estos muchachos del Vaticano son buenos católicos y, como tal, hacen sus reconocimientos alejados de las cargas políticas que, sabido es, no conducen a nada. ¡Qué majetes, piensa una!, preocupados por hacer reconocimientos a los muertos.

Claro que, vista luego con detalle la "elección" que han hecho entre los "merecedores" de tan magno reconocimiento, nos damos cuenta de que los beatificados murieron todos en el bando republicano y de aquellos que lo hicieron en el bando franquista ni mención. ¡Qué cosas! Lo que da qué pensar si estos "muchachos" católicos, al tener al Papa cerca se permiten mentir porque los perdonan rápido de sus pecados o si, simplemente, sin arrepentimientos de ningún tipo, mienten porque sí, porque llevan siglos haciéndolo y el negar la evidencia, sabido es, es lo primero que tiene que hacer un mentiroso pillado en falta. Qué sé yo, pero algo hay de todo eso. Hasta Le Monde se sorprendía en un artículo a página completa que publicó la semana pasada en el que comentaba el desacierto del Vaticano de hacer esta beatificación si haber pedido antes perdón por todas sus barbaridades como colaboracionistas, no sólo durante la guerra apoyando en su mayoría a los sublevados, sino también a lo largo de los cuarenta años de represión franquista ayundando a crear un estado nacional-católico. Aunque, si no recuerdo mal, creo que era Ratzinger quien, habiendo estado en las SS, le preguntó a Dios en una visita a un campo de exterminio, cómo había sido capaz de tolerar semejantes matanzas. Sí, sí, era él. 

Como no estaba el patio para tonterías, los obispos españoles antes de que alguien se les echara encima, han salido en defensa de su padre y han empezado a utilizar a diestro y sinestro la palabra reconciliación. Eso sí, evitando mencionar justamente la colaboración de la Iglesia con el régimen de Franco y la imposición por la fuerza de un modelo de sociedad nacional católica, no removamos ahora esas pequeñeces. Y lo omiten hasta tal punto que ahora les da por aplaudir que no se imponga la fe como una obligación. “Los mártires no ofendieron a nadie ni impusieron a nadie sus creencias”, señala el obispo de Ferrol El de Ferrol, nada más y nada menos. ¡Qué diría su Caudillo si levantara la cabeza!

Bueno, pues si el Caudillo levantara la cabeza no diría nada, o más bien, se acercaría con cariño a Jorge López Teulón, uno de los clérigos responsable de este proceso, utiliza las páginas de la revista ultraderechista Fuerza Nueva para arremeter contra el Gobierno de Zapatero y para demandar que les devuelvan las obras de arte robadas en las iglesias durante la guerra. ¡Eso sí sería un buen capítulo para la ley de Memoria histórica! ¡País, que diría Forges!

1 comentario

Antonio -

Los recién beatificados lo han sido no por su implicación política, que por cierto desconocemos, sino por ajustarse a los supuestos que la Iglesia contempla para ello. Es decir, fueron asesinados por razón de su condición religiosa. La Iglesia, como cualquier persona o colectivo de índole privada, puede actuar como le parezca conveniente, siempre que no perjudique a nadie. Puede hacerlo, legitimamente, incluso sin pedir perdón por actuaciones anteriores perjudiciales para otros. En ese caso, las ilegítimas serían tales acciones anteriores, no las actuales. Es decir, que la Iglesia puede beatificar a quien le parezca, sin necesidad de disculparse por haberse puesto del lado del franquismo, que evidentemente se puso. El actual gobierno socialista y el PSOE que le da cuerpo, promueve la Ley de Memoria Histórica, con la que pretende restituir (en algunos casos atribuir) derechos de perjudicados por el franquismo, sin antes pedir perdón por los asesinatos y atropellos a ciudadanos contrarios a sus planteamientos y/o intereses, cometidos con la autoría del PSOE, desde 1934 hasta 1939. Hay, en mi opinión, dos claras diferencias entre ambas actuaciones. El gobierno no es un colectivo de índole privado. La Iglesia sí. Con la beatificación de alguien, no se perjudica a nadie. Con la Ley de la Memoria Histórica, se conculca el derecho privado de los ciudadanos y se crean agravios comparativos entre los beneficiarios y no beneficiarios.

No me identifico ni con la Iglesia (ni católica ni cualquier otra), ni con el PSOE y el actual gobierno de España. Lo que pasa es que una no me salpica y los otros dos sí.