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Carmen Domingo

Las almohadas y sus lados más cálidos

Me estoy leyendo "El lado frío de la almohada", la última novela de Belén Gopegui. Hace unos días decía que era de las pocas narradoras que perdurarán de su generación, que casi es la mía, y lo mantengo. La novela es de espionaje, y en ella mezcla espías, capitalismo y revolución en un mix que, por sorprendente que parezca, acaba cuajando.

Hablando de Belén Gopegui y de su última novela la otra noche en la inauguración del LIBER me contaron que se creó mucha tensión en la rueda de prensa de Barcelona. Me dijeron que Belén se puso muy tensa cuando le preguntaron (aquí iba todo el mundo al acoso y derribo, me parece) sobre la revolución cubana. No entraré, porque no estaba, en la rueda de prensa. Pero me sorprende que cuando una novelista publica una novela le pregunten por política (sólo si es de izquierdas, a lo que parece) y si la respuesta no es la esperada la machaquen, y si viene nuestro "muy querido" Vargas Llosa, pongo por caso, nadie le pregunte de política y le dejen seguir haciendo de tránsfura. Seguiría preguntándome por otros nombres, no sé, Semprun y demás, pero me temo que este texto se haría demasiado largo y no conseguiría saber el motivo.

Pero sigo leyendo la novela, ya os contearé qué tal, y me encuentro una entrevista que le han hecho a Belén Gopegui en Rebelion.org y, enfadada por el acoso anterior a causa de su ideología, me dirijo directa a aquellas preguntas en las que, precisamente, la política es el tema central. A ver si va a resultar que yo también debería enfadarme y no me he enterado. Y a la pregunta "Cuba es un mito para la izquierda. ¿Crees que una parte de esa izquierda se ha quedado sólo en el mito, sin querer profundizar y analizar los problemas y disfunciones que el socialismo cubano tiene?". Pregunta que yo me he hecho en más de una ocasión, si os he de ser sinceros. Belén, responde: "Seguramente, aunque me preocupa más la otra parte de la izquierda, la que está renunciando a las premisas mínimas que la convierten en izquierda, pero en lugar de pasarse a la derecha directamente, sigue utilizando la retórica de la izquierda, los gestos, los símbolos, y de ese modo le hace el trabajo sucio a la clase dominante. Es el lobo vestido de piel de cordero para que parezca que los electores pueden elegir entre lobos y corderos, cuando no es cierto. En cuanto a la otra izquierda que se habría quedado sólo en el mito, bueno, quizá lo más duro al escribir la novela era escribir de las cosas que no estaban saliendo bien en la isla. Las cosas no salen bien porque el modo de producción capitalista ha tenido siglos para asentarse y multitud de recursos, entre ellos, sobre todo, el uso de la violencia, ya sea de forma agresiva y directa, ya de forma disuasoria y constante. Hay que saber eso, aunque duela, hay que saber que somos menos fuertes para planificar las actuaciones necesarias." Y a mí me parece que la respuesta es de lo más acertado. ¿Será que se enfadaron porque la novelsita no contestó aquello que ellos querían que contestara?

Y aún hay más. Porque debe ser de las pocas autoras consagradas que, nos guste o no lo que piensa, lo dice. "Los tiempos literarios sólo están para vender libros. Los tiempos políticos siempre pueden estar para algo más. Cuando una vez dije en una entrevista que la izquierda había sido derrotada de forma brutal, algunos militantes me reprocharon que lo hubiera dicho, porque la lucha continúa, y es cierto. Ahora bien, la lucha continúa también después de la derrota. Yo creo que es preciso saber lo que ha pasado, de lo contrario seguiremos haciendo concesiones sin darnos cuenta. Estamos derrotados y por lo tanto tenemos que reagruparnos, tenemos que dejar a un lado las concesiones que se hicieron cuando creíamos que ganar esta batalla era posible. Esta batalla la hemos perdido, tenemos que trabajar para volvernos a poner de pie y no seguir pensando que estando sentados se puede pelear. Y semejante visión no niega en absoluto el valor de todos los que nunca se han sentado, los que siguen ahí, los que estuvieron y los que entregaron todo para que otros siguieran. La lucha continúa, pero cuando el enemigo ha conquistado una ciudad, es mejor saberlo porque si uno no lo sabe creerá que está viviendo en libertad en vez de pensar que está viviendo sojuzgado."

La verdad, leída ahora, creo que si hubiera más Belén Gopegui en el entramado del libro (que ést sí que lo conozco) otro gallo cantaría.

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