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Carmen Domingo

Me gustaría ser Trapiello

pero no lo soy. Y me gustaría, no tanto por poder dedicarme a esto de escribir de lo que a una le apetezca, que también, como por poder tener su fuerza de voluntad para ponerse todos los días, salga el sol o llueva, haga frío o calor, tengamos o no plan Ibarretxe encima o papeles de Salamanca, a escribir. Pues yo no soy Trapiello, y en eso, sólo en eso, me sabe mal. Intentaré, después de este lapsus de escritura intentaré repararlo.

Como digo, días de desconexión de la actualidad política de este país "grande, unido y libre", que diría Bono (de hecho algo parecido ha dicho hoy al mediodía) y de pronto el retorno casi sin aviso al eterno tergiversar de muchos de mis "columnistas favoritos", la mayoría de ellos, no me voy a engañar colaboradores del país El País.

Leo el día 4 de este recién estrenado año, una columa titulada "Los pozos negros". Como venimos de bisiesto más bien nefasto, con el dramático final del tsunami que ha trastocado a muchos de los país de Asia, la columna empieza con los miles de muertos, las reacciones de algunos occidentales que siguen de vacaciones en zonas cercanas pero a las que no ha afectado el desastre y una teoría (que Hermann Tertsch, que es el firmante de dicha columna rechaza, por surrealista) en la que se dice que quizás los norteamericanos, haciendo pruebas con sus satélites por la zona ha acabado por modificar el clima. HAsta aquí nada.

Pero luego el señor Tertsch, llamarlo señor quizás no es del todo acertado, lanza una comparación que a mí personalmente me ha puesto los pelos de punta: los muertos como consecuencia del tsunami en Asia, equivalen a "nuestros" muertos de ETA, como consecuencia del tsunami del nacionalismo vasco de guante blanco.

Llegado a este punto yo sigo leyendo, porque como ya no doy crédito la cosa no puede más que empeorar y así es. Para evitar que alguien pueda pensar que me invento, y en realidad no lo ha escrito el señor Tertsch (insistiremos en el tratamiento), tañama barrabasada (los inicios de año me provocan una necesidad de moderación léxica que ni yo misma doy crédito) copiaré un párrafo y dejaré que cada uno extraiga sus propias conclusiones: "Y, sin embargo, este año canino también nos tiene reservado a nosotros, los españoles, su tsunami que nos asoma al pozo negro. Amenaza la vida y la hacienda de centenares de compatriotas en el País Vasco y con dinamitar nuestro modelo de convivencia. Como ante la tragedia asiática, en esta crisis tan mezquina, la mayoría quiere creer que, puesta una vela a las víctinas, retornaremos a la vida de siempre".

No contento con la salvajada (ahora sí) que supone comparar un desastre natural con cualquier otro desastre. Aún va a más: "Nuestra catástrofe nacional, gestada sobre los cadáveres de casi mil españoles por una alianza entre el terrorismo y el nacionalismo de cuello blanco entró en fase de consumación en Vitoria el 30 de diciembre." ¿Llamará desastre natural a una decisión elegida por una mayoría democrática?, pues me temo que sí. Y ahora llega lo peor:

"Como en la Alemania de los años treinta, políticos formados en la democracia han decidido traicionarla para unir fuerzas y compartir fines con asesinos". Ahora sí que dejo de leer, establecer una comparación con la Alemania nacional socialista me parece que excede lo que mi estómago, algo flojo tras las fiestas, es capaz de asumir.

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