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Carmen Domingo

De Safran a Coixet

Repetir conmigo, como si de un mantra se tratara: Cuando un amigo te recomienda un libro, a sabiendas, como es mi caso, de que no haces más que leerlos y no tienes ni un hueco libre, tienes que leerlo. No lo hace por fastidiar, sino porque de verdad cree que hay que leerlo. Vamos, que no es un consejo casual, existen bastantes posibilidades de que acierte. Y eso aunque se trate de una novela, género con el que cada vez tengo relaciones más distantes porque he tenido unas cuantas experiencias nefastas, dicho sea de paso y me cuesta decidirme a leer una, mucho más. Pero si, como me ha pasado a mí con “Tan fuerte, tan cerca” haces caso –en mi caso a Mónica, que es quien me la recomendó y ha prometido que cuando acabe de escribir el libro de la moda me deja la primera del autor-, puedes devorar una novela en dos días, y reconciliarte con el género de inmediato, la verdad.

Yo, soy un desastre, ni conocía la existencia de Jonathan Safran -autor que tuvo notable éxito, por lo visto, con “Todo está iluminado” su primera novela-, pero os aseguro que la forma en que está narrada esta novela –desde la perspectiva de un niño de 9 años que en algunas ocasiones parece mayor, la verdad- ha logrado sorprenderme y engancharme, por fresca e inesperada. Y no sólo porque intercala entre sus páginas fotografías y dibujos que enlazan perfectamente con el texto, sino por cómo lo dice y lo identificada que logras sentirte con el personaje -a pesar de su edad, quizás aquí es donde menos acierta-.

El protagonista inicia su relato el día después del atentado a las Torres Gemelas, donde muere su padre: «“Necesito saber cómo murió”, dije. (...) Para dejar de inventármelo. No puedo parar de inventar», reconoce Oskar de quien sabemos conforme avanza la novela que lee la «Historia del tiempo» de Stephen Hawking, nada mal para un niño de 9 años. Bueno, no sigo porque mi misión no es hacer crítica literaria, ni copiaros citas que he marcado en el libro, pero si cae en vuestras manos…

Otra cosa es –y vuelvo al principio-, aunque no sé si plantarme u obviar el tema, si los consejos que te dan tus amigos no coinciden, ahí se complica todo mucho. Y los hay que me aconsejan ver “La vida secreta de las palabras” y comentarla, luego y las hay que me llaman para decirme “ni se te ocurra que te vas a pegar una llorera innecesaria, mejor vete a ver la obra de La Cubana”. Y yo que no he llorado nunca en el cine, no sé si me apetece o no iniciarme en esas tesituras, la verdad. Aquí me temo que la decisión es mía y… todavía no sé si me gustaría ver la peli o irme simplemente a tomar unas cañas o ir a ver "La novia cadáver" de Tim Burtton que, me han dicho, es pura poesía y me apetece más, la verdad. Porque yo en el fondo –y nunca lo repetiré en público, ni siquiera a cualquiera de los que me leéis en privado- lo que quiero es ver es historias de amor como las de Takeshi Kitano, esas en las que los protagonistas se miran a los ojos y no hace falta más. Que estoy un poco harta de realidades y necesito que me alejen de películas planificadas para enfrentarme a la realidad. ¡Dios, si va a resultar que en el fondo soy una romántica!

3 comentarios

Joan Peix -

Voy a leer el libro de Safran pronto, después de tu entusiasta comentario. Sí, tienes toda la razón: hay que escuchar a los amigos cuando te recomiendan una novela y saben que no tienes tiempo de leerla.

Hablando de la Coixet, ¿alguien puede explicarme por qué se ha cargado la poesía de la historia con esa vocecita freaky que abre y cierra la película? ¿Está Chucky, el muñeco diabólico, haciendo horas extra en pelis de arte y ensayo?

Otra duda existencial que tengo, a ver si alguien me la resuelve. ¿Cómo es que ningún crítico se atreve a decir que la última peli de Jarmusch es un auténtico churro? No he visto argumento más soso ni final más descafeinado. Lo único salvable es la banda sonora y el trabajo de las actrices, porque Bill Murray está tan mal dirigido que parece un principiante. Dicho está.

Monique -

Eres una romántica en el fondo y en la forma, nena. De todas maneras hay tiempo para todo: para cañas y para Novia cadáver, que lo que es la Coixet, yo mejor en casa y con el mando, que las lágrimas entre dos son menos. No me gustan las ceremonias multitudinarias y menos las que incluyen condones o kleenex.

Nicolás -

Será cuestión de leerla...