Mil soles espléndidos o cómo ser mujer en Afganistán e intentar resistir
Ser mujer no es fácil. En Barcelona, en el 2007 la verdad es que tenemos más de una herramienta que nos premita salir al paso, o luchar por ello, pero ¿qué pasa en países como Afganistán?, pues pasa de todo, claro y fundamentalmente a las mujeres les toca vivir situaciones injustas. Tras leer "Mil soles espléndidos" si algo queda claro es que no es fácil ser mujer en Afganistán con el agravante de que, en las últimas décadas, ha ido variando su espectro político hasta quedarse en una situación especilamente adversa para ellas.
Tras la caída del régimen comunista empezaron a imperar unas leyes tribales que consiguieron que Kabul -entonces una ciudad cosmopolita- acabara por convertirse en foco de inteolerancias integristas: buka, denuncias, lapidaciones públicas... y así hasta ciento. Hay mil soles en Afganistán, porque hay mil mujeres que sufren de distinta manera todos esos cambios y todas esas injusticias y observan atónitas desde el burka una situación a la que, en la mayoría de los casos, no pueden poner freno ni de la que pueden escapar. Y este es el panorama que vamos viendo a lo largo de una novela que acaba por enganchar y hacer que la leamos de un tirón.
Las protagonistas, Laila y Mariam, dos mujeres casadas con el mismo hombre. Una madre de dos hijos, la otra no consiguió nunca quedarse embarazada. Tras superar distintas fases en su relación, el único resquicio que le queda al lector es una amistad que se crea entre ellas que acaban por establecer una unión que mantiene la esperanza en la situación que viven y de la que intentan escapar.
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